Después de estas mini
vacaciones, retorno con más historias. Hoy quería contaros que este verano fui
a visitar Berlín y pase allí algunos días, me gustaron muchísimos museos y
monumentos que os contaré a lo largo de estas semanas. Hoy os voy a contar una
historia de que realmente disfruté, se trata de la bonita historia de la Madonna de Stanligrado, os tengo que confesar que
me la contaron en inglés y que, tiendo a inventar cosas cuando no las entiendo,
así que podría ser que alguna parte de la historia fuera fruto de mi
imaginación, aunque en principio creo que no.
Kurt Reuber, su autor, nació en 1906 en
Kassel (Alemania), estudió teología y fue pastor de su iglesia. Cuando estaba
estudiando teología se dio cuenta de que cuerpo y alma formaban un todo armónico
y que, quizás, podría ayudar más a sus feligreses si además de darles remedios
para alma podía también darle soluciones para sanar el cuerpo, así las cosas
estudió medicina y en sus ratos libres, como afición, aprendió pintura.
Kurt
Reuber fue enviado en el sexto ejército alemán a una de las batallas más
sangrientas de la Segunda Guerra Mundial, la batalla de Stanligrado, una ciudad a orillas del río Volga. En
noviembre de 1942 más de 20.000 hombres se desplazaron a luchar a esta gran
batalla. El ejército Rojo se desplegó por todos los flancos, evitando el avance
del ejército alemán. Las temperaturas
bajaron drásticamente, el sexto ejército no estaba preparado para estas
temperaturas tan bajas, no disponían de material. A esto, hay que añadir, que se les acabó la comida y pidieron permiso
para regresar. Las órdenes que recibieron fueron que se quedaran allí ya
que, en breve, les iban a enviar refuerzos y víveres. Los refuerzos no llegaron
nunca y aunque tiraron los víveres desde avionetas no todo lo enviado llegó a
su destino.
Kurt
se dio cuenta de que estaban muriendo muchos soldados y que sus conocimientos
de médico no podían hacer mucho por remediarlo pero quizás sus conocimientos de
Teología si podían ayudar.
Era 24 de diciembre, y así las cosas, después de visitar a los heridos, llegó a
su barracón, se acordó de su mujer, de su comunidad de feligreses y pensó "es Navidad para todos hagamos hoy
algo distinto”. Sacó un mapa de Rusia que tenía plegado en su mochila y un
pedacito de carbón que cogió de la candela y se puso a dibujar.
Era 24 de diciembre de 1942, día
de Nochebuena, así que dibujó unos
trazos negros sobre el reverso del mapa y le fue dando forma. Después de cierto
tiempo bosquejó la imagen de la Virgen María, con el niño en brazos, al que
abriga con mucho cariño con su manto. Alrededor escribió las palabras
"1942: Navidad en el cerco, luz, paz y amor. Fuerte de Stalingrado".
Terminó su magnificó dibujo, lo colgó en la pared y encendió una vela.
Este pequeño hecho creó un clima de amor, confianza y fe e hizo que el día de
Navidad fuera completamente diferente a otros días. Gracias a este pequeño
cambio, aquel día, en aquel fuerte, se
compartieron, canciones, comida, música, fe y esperanza.
La batalla de Stalingrado terminó el 02 de
febrero de 1943. Kurt Reuber y la mayoría de los soldados fueron tomados como prisioneros
por el ejército soviético pero, antes de ser tomado prisionero, Kurt le dio la
imagen dibujada a un compañero junto con una carta que quería hacer llegar a su familia,
en la carta escribió "Madre e Hijo
están inclinados el uno hacia el otro, envueltos en un gran manto, que protege
a ambos. Me vinieron a la mente las palabras de San Juan: Luz, Vida, Amor”.
El 20 de enero de 1944 murió en el campo
de Yelabuga (Rusia).
La
imagen se encuentra en la iglesia Kaiser Wilhelm Memoria (Berlín) desde 1983. Esta iglesia es preciosa, me
encantó, fue bombardeada en 1943, durante la Segunda Guerra Mundial y su
reconstrucción se hizo de manera parcial para recordar los efectos de la Guerra
y la destrucción. Os hablaré de ella en otro post porque bien lo merece.
Hoy
quería señalar, como, cambiar una sola cosa, un pequeño cambio de pensamiento y
de actitud, pudo cambiar un clima de tensión por uno de calidez y fe y hacer
que durante un día olvidaran la guerra y el dolor.
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