"TÁCTICA es lo que se hace cuando hay algo que hacer, ESTRATEGIA es lo que se hace cuando no hay nada que hacer"
Savielly Tartakover

sábado, 31 de octubre de 2015

¿Qué dices con tu sonrisa?

Todos conocemos la importancia del lenguaje no verbal en nuestra vida diaria, en general y en las relaciones sociales, en particular. Según los estudios publicados sólo un 7% de aquello que comunicamos procede la comunicación verbal, el resto, el 93% proviene del lenguaje no verbal y en caso de disonancia entre los dos lenguajes, el interlocutor siempre cree al no verbal porque procede del insconciente y por lo tanto es más difícil de falsear.

Los mensajes no verbales surgen desde el inconsciente, desde lo más profundo de nosotros y en la mayoría de las ocasiones somos incapaces de controlarlos. ¿Sabéis cuanto tarda nuestro interlocutor en tener una primera impresión sobre nosotros? Es curioso, pero le cuesta apenas unos minutos y el primer lugar en el que se enfoca o se fija es en nuestra sonrisa, ¿sabéis por qué? Como siempre, interviene nuestro instinto de supervivencia, para nuestros antepasados era sumamente importante detectar los amigos y acercarse a ellos, ya que, el instinto gregario garantizaba su supervivencia. Por el mismo motivo tendemos a ser desconfiados. Imáginaros que sois un pez y vais navegando por el océano y, de repente, observáis un pez grandote que se os acerca con una bonita sonrisa, y, rápidamente, como acto reflejo, vosotros pensáis, ¿será amigo o enemigo?. Veamos, que es lo que mayor coste tendría para vosotros, si es amigo, iniciaríais una bonita y longeva amistad y seriáis inmensamente felices, pero, si fuera enemigo, os devoraría y moriríais al instante ¿Qué es lo que tiene más coste para vosotros?. Aquí os dejo la reflexión.

Sigamos con la sonrisa, según un estudio de la Universidad de la Laguna, el primer sitio donde nos enfocamos para hacernos una idea de nuestro interlocutor es su sonrisa, pero, hay muchos tipos de sonrisas, nuestra sonrisa puede comunicar alegría, cortesía, timidez, tristeza, enojo, resignación, distancia o algunas cosas más. Fijaros que el investigador Ekman identificó 18 tipos de sonrisas diferentes según la combinación de músculos faciales que intervenían en su formación, pero lo verdaderamente fascinante es, que de todas las sonrisas que podemos usar, tan sólo una es genuina y verdadera. Así es, sólo hay una sonrisa que es espontánea, que surge del cerebro insconciente y se llama "sonrisa Duchenne" en honor al investigador que la identificó por primera vez. Duchenne identificó que en esta sonrisa están involucrados los músculos cigomáticos mayores y los orbiculares oculares, músculos que no se pueden mover de forma consciente. Cuando sonreímos usando estos músculos se elevan las mejillas y se cierran levemente los ojos, es la sonrisa que expresa la emoción verdadera. Richard Savinson y Paul Ekman descubrieron que hay una zona específica del cerebro que se activa cuando usamos esta sonrisa y que entonces, mostramos evidencias de entusiasmo y alegría.

En resumen, la sonrisa comunica muchas cosas sobre nosotros y aunque hayan muchos tipos de sonrisas solo una es verdadera, la inconsciente, la que activa la zona de nuestro cerebro que hace que se desarrolle nuestro optimismo y que se activen las neuronas espejo en los demás, y tu, ¿Cómo sonríes?. Te invito a explorarlo.


viernes, 23 de octubre de 2015

Historias contagiosas

Durante varios días he estado reflexionando sobre lo importante que son las historias que hemos vivido en periodos importantes de nuestras vidas para transmitir un valor, compartir perspectivas o incluso cambiar el marco conceptual de un asunto para que nuestro interlocutor pueda ver la idea desde varios enfoques.

Mi iaia Rosario era una excelente narradora y, no sólo eso, sino que como mujer, era muy intuitiva y solía utilizar sus historias en los momentos en que necesitabas escuchar otra opinión o no sabias en qué basarte para tomar una decisión.

Muchas de las historias que mi iaia me contaba tiendo a contarlas y repetirlas continuamente, de algunos detalles no me acuerdo, pero, como os he contado otras veces, tengo el hábito de completarlo o a veces adaptar la historia a los tiempo modernos para con las misma historia poder compartir algo más actual. Eran historias intemporales pero tenían la virtud de hacerle conectar con otros y transmitir, de una manera sencilla y fácilmente recordable, lo que pensaba. Utilizaba tantos recursos que revivía el momento y aquel que le escuchaba se conectaba rápidamente con el momento y la experiencia. A veces me pregunto, ¿qué tenían estas historias que tanto cautivaban, enganchaban y se pegaban en el subconsciente durante mucho tiempo?. 

Después de reflexionar varios días he llegado a la conclusión de que eran historias de la vida cotidiana, de esas que todos podemos revivir porque alguna vez las hemos vivido o son tan fáciles de que sucedan que hemos vivido alguna situación parecida y nos podemos poner en la piel del protagonista, que por otra parte, muchísimas veces era ella misma, aunque todos supiéramos que quizás no era del todo real.

Eran historias reales, cautivadoras, comunicadas de forma clara y breve, con un lenguaje sencillo, con muchos verbos de acción, una estructura impecable, con mucho sentimiento y en la mayoría de las ocasiones, siempre lo contaba de manera que al final había una sorpresa, que te estabas imaginando durante toda la narración, pero que esperabas con impaciencia a que te fuera revelada.

Así es, este es el secreto de las historias cautivadoras, no parece muy difícil de replicar, pero sin embargo, os aseguro que es costoso de reproducir. Os ánimo a practicar porque esta forma de conectarse con los demás, basada en contar historias reales y basadas  en valores, se pueden usar en todo tipo de comunicación y es lo que hace que ésta sea realmente efectiva y recordemos el mensaje clave que nos han transmitido y que hemos recogido con el corazón.

martes, 20 de octubre de 2015

Historias de árboles: El ciprés

Hace algunos días os conté una historia sobre el fresno que me vino a la memoria el día que salí de excursión a la umbría de Buñol con el centro excursionista de Valencia. Este mismo día, en nuestra excursión pasamos por una zona poblada de cipreses, una casa de repobladores, verde,  cálida y muy acogedora, al pasar por su sendero recordé otra vieja historia, la historia del ciprés. Como todos sabéis y habréis podido comprobar, el ciprés es un árbol majestuoso, alto, solemne, con carisma y que habitualmente, sobre todo en las zonas mediterráneas, encontramos en las tapias de los cementerios. Quizás os preguntaréis cómo ha llegado a ser el ciprés monumento funerario y la respuesta es simple, pero a su vez curiosa.

Vamos a hacer un esfuerzo imaginario y vamos a remontarnos a la época romana. En esta época los cipreses eran un elemento de la arquitectura, era un elemento comunicador, como los carteles ahora, y lo plantaban con la intención de que fueran señales claras y seguras para los viajeros que recorrían sus senderos. Así, si un viajero romano encontraba un sólo ciprés en medio del camino, era un símbolo claro y evidente de que en ese lugar podía abastecerse de agua fresca y limpia. Asimismo, si encontraba dos cipreses, el viajero podía asegurarse de que esa noche saborearía un buen manjar en algún lugar acogedor.

También se usaban como símbolo de reconocimiento social, de modo que si antes de una casa había un sendero formado por dos filas de cipreses aquella casa era de una persona socialmente reconocida y de gran valía personal. Paralelamente, en las grandes avenidas se plantaban dos filas de cipreses para dar la bienvenida al viajero o a las tropas victoriosas cuando regresaban de sus batallas.

Posteriormente, a alguien se le ocurrió plantarlo en las vallas de los cementerios como símbolo de bienvenido a la vida eterna, fue un mimetismo, fue una copia de la bienvenida romana pero para los difuntos.

Lo cierto es que es un árbol verde, muy longevo y cuyas raíces no se expanden hacía los laterales, sino que más bien van hacía abajo por lo que no tienen peligro de destrozar nada a su alrededor. Su madera es tan resistente que se dice que el Arca de Noé se hizo de madera de ciprés y son tan verdes que siempre dan un toque y un olor de distinción.

En resumen, fijaros como se ha deformado la realidad, originariamente los cipreses eran símbolo de bienvenida y para muchos de nosotros son árboles tristes que representan el duelo y el dolor.

lunes, 12 de octubre de 2015

Historias de árboles: el fresno

Hace unos días fui ,con el Centro Excursionista de Valencia, a visitar el fresnal de Buñol. Disfruté mucho de la visita porque además de aprender muchas cosas nuevas, las explicaciones de Jose Manuel me recordaron algunas vivencias de mi niñez y me transportaron a aquella época.

Aquel día Jose Manuel nos explicaba en la umbría todos los beneficios y propiedades del fresno, que eran muchas, tantas que ni me acuerdo, pero, lo que si se me quedó grabado es la historia que os quiero contar hoy, una historia de mi niñez. Cuando era pequeña, mi iaia Rosario se empeñaba en que aprendiera a hacer aguja de gancho. Ella intentaba enseñarme, pero por aquel entonces, yo no tenía mucho interés y lo hacía con cierta desgana. Mi iaia, que estaba ciega, cada cierto tiempo, me cogía las labores, las tocaba con mucho cariño y comenzaba a deshacerla porque había detectado lo que ella llamaba "una mentira", que no era otra cosa que un punto diferente al resto de la labor. Aquí empezó mi camino particular de tolerancia al error, cuando ella lo deshacía, yo veía que me quedaba mucho camino para terminar y me desesperaba, pero después de deshacerlo muchas veces, logré calmarme y verlo con una manera de desarrollar la virtud de la paciencia. He de añadir que cada vez que lo deshacía decía "Fer i desfer, la faena del matalafer".

Os cuento que mi abuela era una excelente narradora, siempre conseguía el cambio, la inspiración y la acción. Con la intención de que yo olvidara que ella estaba deshaciendo el trabajo de media tarde empezaba a contarme cosas. Aquella tarde me contaba que antiguamente y hasta los años 60, en que aparecieron los colchones de materiales sintéticos, hubo una profesión muy apreciada que se llamaba "el matalafer" o el colchonero en castellano.

En la época de mi iaia los colchones eran de lana, y debido a su continuo uso la lana se apelmazaba formando nudos que molestaban en la espalda. Generalmente dos veces al año venia el matalafer, descosía el colchón, extendía la lana en un trozo de tela en el suelo y con dos varas largas vareaba la lana hasta deshacer los nudos y dejarla lisa, suave, esponjosa y lista para dormir como los ángeles.

El matalafer acudía allí donde lo llamaban con unas herramientas muy simples y fáciles de transportar, además de las agujas, tijeras, carboncillos de marcar y los demás útiles de costura llevaba dos palos de fresno de metro y medio, encorvadas en ángulo recto por el extremo más delgado. Las varas eran de fresno porque era necesario que no tuvieran nudos ni asperezas donde se pudiera enganchar la lana. Hubo una época que la tala del fresno estuvo protegida porque eran tantos los matalafers que el árbol empezaba a escasear. Actualmente muchas zonas de Valencia se están repoblando con este árbol mágico, por ejemplo, la Avenida de Francia.

Pues bien, aquí queda reflejado, esta era la faena del colchonero, hacer y deshacer, como yo con mi labor. Quizás os preguntéis por qué me vino a la cabeza esta historia mientras Jose Manuel contaba las propiedades del fresno. La respuesta es que el fresno me parece un árbol imponente, de corteza gris pálida, liso y sin nudos, es capaz de resistir grandes fríos y soporta muy bien la humedad, por eso se encuentra casi siempre en la umbría. Es muy usado en cestería, también se usa como leña ya que arde muy bien, tanto seco como húmedo, se usa también como forraje para el ganado y dicen que aleja los rayos en caso de tormenta. Su madera es muy apreciada para hacer remos y es un árbol muy adorado por los celtas ya que le atribuían propiedades mágicas. Dicen que si ves un Roble un Fresno y un espino cerca siempre habrá un hada. No sé que más contaros pero para mí es un árbol mágico, resistente, imponente y protagonista de muchas leyendas finlandesas.