Hoy he leído un estudio sobre la relación entre los ingresos económicos y la percepción de la soledad por parte de la persona entrevistada. Me ha resultado una investigación muy curiosa porque los investigadores interpretan la soledad como la discrepancia entre las relaciones sociales deseadas y las reales. Me parece muy curiosa esta forma de definir la soledad porque está integramente basada en la percepción del individuo. En este sentido, hicieron encuestas sobre ingresos económicos y percepción de soledad a 16.000 adultos. En el cuestionario se preguntaba cuáles eran sus ingresos anuales, cómo se sentían y qué tipo de relaciones sociales cultivaban. Si, cultivaban porque ya sabéis que las relaciones sociales o conexiones hay que cuidarlas, como a las plantas.
Os cuento que, según este estudio, las personas se sienten solas a los 35 años, a los 60 y, posteriormente, la percepción de soledad va subiendo relativamente conforme va aumentando la edad. En este análisis del cuestionario aún no se ha puesto en relación la percepción de soledad con los ingresos económicos, en esta parte solo estaban viendo si hay una edad concreta en la que una persona se siente más solo y parece que a los 35 años hay un pico de soledad, cuando estás entrando en la linea de los 40 años, parece que tenemos un momento de reflexión ¿No os parece curioso? Pero además, si unimos este dato a los ingresos económicos obtenemos otro dato curioso y es que aquellos que tienen mayor renta tiene la percepción de que se sienten menos solos, independientemente del número de amigos que tengan y de otras circunstancias de su vida.
Si trazáramos una gráfica de percepción entre soledad y renta tendría forma de U, así hay niveles muy bajos en los dos extremos y niveles óptimos en el centro. Las personas con ingresos muy bajos no suelen tener percepción de tener grandes relaciones sociales y lo mismo sucede con las personas con ingresos muy altos, que suelen estar distanciados de familiares y amigos. Hay una zona óptima donde no hay estrés y, es el momento óptimo, en el que solemos dedicar más tiempo e importancia a las relaciones sociales. ¿Pensáis que coincide con los 40 años?
En resumen, este estudio demuestra que las personas con mayores ingresos dedican menos tiempo a la socialización pero sin embargo la percepción que tienen de la soledad es baja ya que están totalmente convencidos de que están solos porque no les interesa conectarse con los demás.
Como os he contado en otros posts las conexiones sociales crean felicidad, si estáis interesados en el tema no dejéis de leer el libro "Love 2.0" de Bárbara Fredrickson. Bárbara nos cuenta de una forma muy amena que la vida está compuesta de micromomentos, pequeños momentos que nos hacen recordar situaciones especiales y que crean conexión entre nosotros, que despiertan nuestro sentido de pertenencia a un grupo social y de amar en el más amplio sentido de la palabra. Según las investigaciones de Bárbara practicar los momentos de conexión mejora nuestra salud y aumenta nuestra esperanza de vida.
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