Delacroix |
Las ninfas, que tenían mucho orgullo, se sintieron muy contrariadas y corrieron a quejarse a su padre Poseidón. Su padre para apaciguar la incómoda situación que había surgido en lo más remoto de los mares, lanzó una ola gigante que inundó las costas y originó un daño espantoso a la tierra de Casiopea. Cefeo, padre de Andrómeda y esposo de Casiopea, muy compungido, consultó con el oráculo la forma de arreglar esta incómoda situación y éste le dijo que la única manera de salvar la tierra era atar a su hija Andrómeda a una piedra junto al mar y dársela en ofrenda al monstruo marino Cetus.
Cefeo no encontró otra posibilidad de salvar a su tierra y, muy a su pesar, así lo hizo, cogió a su hija, la ofreció como ofrenda y la ató a la piedra que el oráculo le había indicado.
Mientras esperaban que el monstruo viniera a por ella, Perseo, que venía de luchar contra Medusa (la Gorgona) acertó a pasar por la playa. Perseo venia de luchar, había vencido a Medusa, le había cortado la cabeza e iba surcando los mares con sus zapatillas aladas para mostrar a su pueblo el gran trofeo que llevaba en su mochila, colgado a sus espaldas. ¿Sabéis lo que llevaba? Nada menos que la cabeza de la Gorgona que tenía la virtud de convertir en piedra a todo aquel que osara mirarla.
De pronto, confiado y contento por su victoria, escuchó una voz dulce y, a su vez, angustiada de una mujer joven, se acercó a la costa y vio a una joven bella, sencilla y muy dulce atada a una piedra. Se acercó a ella para rescatarla y Andrómeda tuvo la oportunidad de contarle su desdicha, por el orgullo de su madre se encontraba en una situación difícil que podría significar su muerte. Prometeo la vio tan especial y a la vez tan desamparada que pensó en liberarla y casarse con ella. Sacó su espada y tras una lucha sin fin, consiguió vencer a la gran bestia. Con la misma espada liberó a Casiopea de sus ataduras y, en muy poco tiempo, se casó con ella.
De pronto, confiado y contento por su victoria, escuchó una voz dulce y, a su vez, angustiada de una mujer joven, se acercó a la costa y vio a una joven bella, sencilla y muy dulce atada a una piedra. Se acercó a ella para rescatarla y Andrómeda tuvo la oportunidad de contarle su desdicha, por el orgullo de su madre se encontraba en una situación difícil que podría significar su muerte. Prometeo la vio tan especial y a la vez tan desamparada que pensó en liberarla y casarse con ella. Sacó su espada y tras una lucha sin fin, consiguió vencer a la gran bestia. Con la misma espada liberó a Casiopea de sus ataduras y, en muy poco tiempo, se casó con ella.
Hoy podemos observar en nuestras constelaciones a Andrómeda, Perseo y a Casiopea pero curiosamente Casiopea, en algunas estaciones del año queda sentada en su trono cabeza abajo para recordar la gran afrenta que causó a su tierra por se vanidosa, fijaos como el rey Felipe V en Xátiva, cabeza abajo.
Muchísimos pintores y escultores de renombre han centrado sus obras en pasajes de esta bonita historia como el cuadro de Delacroix que he puesto como imagen o como la obra de Rubens que termino Jordaens tras su muerte que se encuentra en el Museo del Prado.
Muchísimos pintores y escultores de renombre han centrado sus obras en pasajes de esta bonita historia como el cuadro de Delacroix que he puesto como imagen o como la obra de Rubens que termino Jordaens tras su muerte que se encuentra en el Museo del Prado.
Me encanta esta historia porque destaca valores que considero muy importantes como del amor, la lealtad, la confianza y la seguridad en uno mismo.
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