Buenos días a todos/as,
Después de muchos días sin contaros nada hoy amanecí con ganas de escribir, así que como dice la canción de "Los Aslandticos" "Hoy será será mi primer día, y mañana también y el resto de mi vida". Si no has escuchado la canción puedes hacerlo ahora. Yo la descubrí en un concierto de un grupo que sigo que se llama Yambú y, después de escucharla, se te queda como un estribillo que no puedes dejar de tararear porque es muy pegadiza.
Os cuento que según los últimos estudios sobre neuroproductividad nuestra capacidad de atención ha bajado desde los 40 segundos a 8 en los últimos años. Estamos acostumbrados a la recompensa inmediata y ello influye en nuestra productividad.
Fijaos que la atención plena dura de media 5,7 segundos, cuando pasa este tiempo o bien miramos el móvil o alguna red social o nos distraemos de alguna manera con algo que tenemos cerca o a veces incluso con algún pensamiento. Esto sucede normalmente porque tenemos demasiados objetivos en nuestra mente y queremos repasarlos para no olvidar ninguno. Nuestro cerebro es optimista y multiplica por 7 las tareas que cree que puede hacer en un día de modo que luego para poder cumplir con el planning se dispersa de una tarea a otra sin acabar ninguna. Es cierto que con este entrenamiento nuestra capacidad de multitasking ha mejorado pero, aún así, produce muchos errores porque la pérdida de foco nos hace perder tiempo que teníamos ya planificado para otras tareas y dejar cosas sin hacer que provocan ruido.
Para evitar esto, a mí me ha funcionado trabajar en bloques de tiempo, concretamente tengo 3 bloques establecidos. El primero desde que llego a la oficina, reviso la planificación del día y empiezo hasta la hora del almuerzo, suelen haber entre 90 minutos y 2 horas, para mí el tiempo optimo para estar enfocada.
El segundo bloque es desde que regreso de almorzar, reviso de nuevo la planificación y hasta las 13:00 horas en que me tomo un café. El café de la una está tan interiorizado que no me hacen falta alarmas, mi cuerpo me indica que es la 1 y casi siempre acierto.
Por último el tercer bloque va desde que me tomo el café y reviso la planificación hasta que salgo de trabajar.
Durante el primer bloque hago la "tarea diamante" aquella que me hace avanzar y que me da la satisfacción de que, pase lo que pase, ya está hecha. Fijaos que cada vez que paro e inicio un nuevo bloque reviso la planificación, este es el hecho que hace que todo funcione. Si no la revisas y confías en tu memoria terminarás perdida y divagando.
El segundo bloque varía según el día, cada día de la semana lo dedica a avanzar en una de las grandes tareas en que divido todas las tareas del departamento, excepto que salga alguna urgencia y aún así siempre recuerdo que mi amigo Ramón me enseñó que "Lo urgente, mañana lo será más o... habrá dejado de serlo", por experiencia os cuento que en la mayoría de las ocasiones las urgencias no son verdaderas urgencias sino que la perspectiva hace que cada uno veamos las urgencias de diferente forma.
Y por último el tercer bloque lo dedico "al laberinto de lo cotidiano"(*) contesto correos, atiendo llamadas, reviso algunas cosas y planifico el día siguiente.
Trabajar por bloques de tiempo es una buena opción para optimizar tu tiempo pero para ello es necesario un trabajo previo de agrupación de tareas similares, planificación y sobre todo no perder nunca el foco de cuál es tu intención del día o tu objetivo. A mí me ayuda mucho tenerlo escrito al lado de las tareas del día de modo que lo leo continuamente, si no lo tienes presente es muy fácil olvidarse y dedicar tu día al laberinto de lo cotidiano a apagar fuegos sin avanzar ni hacer nada significativo o que le de el sentido a tu día.
Es curioso que sentido tiene dos acepciones, una es lo que tiene importancia para ti y la otra es dirección. Si tienes un sentido tienes una dirección y si sabes donde vas encontrarás el camino. Como sabéis una de mis novelas preferidas es "Alicia en el País de las Maravillas" y allí hay un pasaje que me encanta:
Alicia está perdida y encuentra en su camino al gato:
–¿te importaría decirme, por
favor, qué camino debo tomar desde aquí? –Eso
depende en gran medida de adónde quieres ir, -dijo el
Gato. –¡No me importa mucho adónde…! –dijo
Alicia. –Entonces, da igual la dirección –dijo el Gato. Añadiendo:
¡Cualquiera que tomes está bien…! –¡Gracias
añadió Alicia a modo de explicación.
-¡Ah!, dijo el gato: –ten la seguridad de que
llegarás, sobre todo si caminas bastante,
añadiendo: ¡…Nadie camina la vida sin haber pisado
en falso muchas veces.!"
(*) Término acuñado por la comunidad de superhábitos
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