Ayer tuve la suerte de poder ir a la playa de El Puig y disfrutar de un chiringuito a pie de playa llamado Djembé. Me encantó el nombre porque me traía muy buenos recuerdos pero además de ello, estaba en la arena, podías estar descalza y mientras disfrutabas de una refrescante bebida podías bailar descalza y escuchar una música regae que te transportaba a otros lugares y épocas.
Mientras estaba allí bailando y contemplado los bañistas estaba pensando en un libro que tengo previsto leer, que está en mi lista de libros pendientes, que como os podéis imaginar es muy larga. El libro se llama Antifrágil, en primer lugar me llama la atención que es una palabra que no existe, una palabra inventada, de esas que tanto me gustan porque me hacen reflexionar. Si lo pienso, la palabra anti significa que es contrario a, en este caso frágil. Para mí, lo que es contrario a lo frágil es lo robusto, lo resistente.
Recuerdo una vez que leí un libro que contaba que las personas tenemos tres lados, el físico, el mental y el espiritual y que la perfección se representaría como un triángulo equilatero pero que hay muchas clases de triángulos en el mundo y lo bueno de esto, es que todos son auténticos, nadie está totalmente equilibrado en sus tres lados pero precisamente eso es lo que nos hace diferentes, auténticos y únicos.
Como os he comentado otras veces las personas tendemos a la dualidad, si no es blanco, es negro y en medio nos perdemos un montón de matices y cosas que nos llevan a la creatividad y desafiar nuestra curiosidad. En este caso y siguiendo con mis pensamientos, si aplicamos el adjetivo fuerte o resistente a una objeto inanimado, como una mesa de madera maciza, podríamos pensar que es un objeto resistente y que aguanta cualquier cosa pero, he de confesaros que se desgasta por su uso. Ahora bien, si el adjetivo resistente se aplica a una persona, se podría aplicar al campo físico, al mental o al espiritual. Si lo aplicamos al plano espiritual se desarrolla la resiliencia, la adaptación a las circunstancias sobrevenidas, si lo aplicamos al plano físico, una persona mejora con su trabajo, es decir si nos entrenamos para subir un pico o una sierra, nuestro cuerpo se prepara para ello y si ponemos toda nuestra intención y compromiso lo conseguimos, estamos mejorando.
En definitiva, todo me lleva a pensar que lo importante es preparase y experimentar, lo importante es la coherencia, la autenticidad y sobretodo la armonía y el equilibrio.
Voy a ver si encuentro el libro y lo leo, esto es lo que me había a la mente antes de leerlo, creo que al final lo que nos cuenta es que no hay que categorizar las cosas en malas o buenas, esto me recuerda a un ejercicio que lleva a una frase que mi abuela repetía continuamente " Lo que pasa, conviene." El ejercicio consiste en pensar en un suceso negativo del pasado, recordar como te sentías entonces y observar como ves el mismo suceso ahora, muchas veces te das cuentas de que circunstancias negativas del pasado nos allanan el camino para circunstancias positivas del presente. Lo cierto es que tendemos a estimar que las consecuencias negativas duran más tiempo de lo que en realidad duran y si es así por qué no lo evitamos justo ahora.
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