Buenos días a todos/as,
Hoy me paso por aquí para contaros que, curioseando
sobre productividad, he encontrado que Benjamín Franklin, en el Siglo XVIII, trabajaba su
productividad de manera muy similar a como lo hago yo hoy en día, agendando y con ayuda
de bloques de tiempo y el to-do list.
¿Quién era Benjamín Franklin? Era todo un personaje, nacido el 17 de enero
de 1706, destacó como inventor, científico, escritor, diplomático y fue uno de
los Padres Fundadores de Estados Unidos. Contribuyó significativamente en la
redacción de la Declaración de Independencia y la Constitución, y además fundó
instituciones clave como la primera biblioteca pública y la Universidad de
Pensilvania.
Se le considera el fundador del to-do list porque fue
creador de un sistema de organización del tiempo pionero para su época.
Franklin era conocido por su gran disciplina. Si analizamos la
situación, vemos que era productivo porque tenía un buen sistema, ¡y ya sabéis
que me encantan los sistemas! A lo largo de su vida, desarrolló diversas
estrategias para gestionar su tiempo y maximizar su productividad. Uno de sus
métodos más conocidos era su plan diario, que incluía una lista de tareas a
realizar. Usaba un cuaderno para planificar su día, donde detallaba tanto sus
actividades diarias como sus objetivos a largo plazo. Este cuaderno era una
mezcla de agenda, diario y lista de tareas, y estaba diseñado para ayudarle a
ser más eficiente y efectivo. Él tachaba a mano y hoy lo hacemos con el to-do
list.
Tenía una rutina diaria que seguía rigurosamente. Otra cosa que comparto con él, es la necesidad de rutinas. Dividía
su día en bloques de tiempo dedicados a actividades específicas. Su horario
diario incluía:
- Mañana: Reflexión sobre el día y
establecimiento de tareas.
- Durante
el día:
Cumplimiento de tareas.
- Tarde: Revisión del día y reflexión
sobre lo que se podría mejorar.
Seguir los hábitos y rutinas es esencial, ya que
muchas veces planificamos y después nos saltamos la planificación solo porque
no nos apetece. Se trata de prueba y error. Si no te apetece hacerlo, está
bien, pero hay que analizar cuáles han sido los motivos por los que no lo has
hecho y hacerte una buena pregunta para ver cómo puedes introducir ese hábito u
otro similar en tu rutina. Es decir, no te quedes pensando "no lo he
hecho" y ya está, sino que debes intentar mejorar el próximo intento. A mí me gusta mucho la regla
de Marta; ella dice que no debemos gastar energía tomando una decisión si “la
decisión ya está tomada”. La tomaste cuando lo planificaste, y ahora, ¿por qué
no te parece buena decisión? Está bien que dudes, pero siempre debe ir seguido
de una reflexión y análisis.
Estos principios de Franklin no solo fueron
revolucionarios en su tiempo, sino que también son aplicables
hoy en día. Integrar un enfoque metódico en nuestra rutina diaria
puede ser la clave para alcanzar un nivel óptimo de productividad y eficiencia.
Así que, inspirándonos en Franklin, sigamos agendando, reflexionando y
trabajando para ser más eficaces y productivos.
Otro día os contaré la diferencia entre rutina y ritual, en principio parece lo mismo pero hay un pequeña diferencia en su significado.
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